La doncella que me habita

A mi doncella le gustan las flores y los colores. Especialmente le gustan los colores brillantes, los que se ven, siente que eso le da vida. Normalmente no sabe cómo combinarlos, ni en la ropa ni en los diseños que hace en las redes, pero cuando los ve no para de sonreír.

A mi doncella le gusta tener su espacio, danzar mientras canta, le gusta tomarse fotos a ella misma y también tomar fotos de aquello que le inspira.

Mi doncella tenía un espíritu hippie, se vestía con pantalones acampanados y con blusas tipo Dye. Mucho tiempo vivió sin lentes, aunque sií los necesitaba. También vivió sin marcas de renombre, más bien se ponía aquello que le gustaba, fuera de la marca que fuera.

Mi doncella ama el mundo romántico, no sólo por lo vibrante que suenan esas historias de amor sino también por lo doloroso que resulta el que no puedan ser. Y aquí debo corregir, mi doncella amó el mundo romántico, le gustaba que le hablaran pasados de copas por la madrugada, creía que si la celaban era porque la querían, se acostumbró a agradar a los demás antes que mirar cómo se sentía ella.

Mi doncella dudó muchas veces si merecía amor, si lo encontraría, se sintió inadecuada infinidad de veces y trato de adecuarse lo mejor que pudo, a veces aún trata de hacerlo a costa de su propio ser. Mi doncella me habita y me recuerda que las historias pasadas no las puedo cambiar pero tampoco son la sentencia de mi futuro. Me recuerda que el tiempo pasa y no puedo seguir siendo una doncella toda mi vida porque otras partes de mí me esperan.

Dejé de ser la doncella físicamente aunque mi cuerpo siempre será un espacio para habitarla con amor.