Vivir sin pedir permiso
- Yazmín Vargas

- 23 may
- 2 Min. de lectura
Durante años viví bajo la premisa de que obedecer y seguir las reglas era lo mejor que podía hacer. Escuchaba atentamente a mis padres, maestros y mentores, esperando siempre su aprobación antes de actuar. Sentía que necesitaba validación externa para atreverme a vivir.
Con el tiempo, he llegado a cuestionar este enfoque. Me di cuenta de que hay una niña, una adolescente y una mujer adulta dentro de mí, todas clamando por dejar de buscar constantemente la aprobación ajena. Quieren decidir por sí mismas, experimentar la vida desde su propia intuición y aprender de cada experiencia, sin importar el resultado.

Vivir en verdadera libertad no es gritar rebeldía sin rumbo. Es asumir el poder personal y actuar sin garantías, sabiendo que cada paso, decisión y error es propio. Es escuchar a los demás, pero primero escucharme a mí misma. Es dar valor a mi crecimiento y abrazar mis decisiones con amor y valentía.
Hoy, elijo darme el permiso de confiar en mí misma. Abrazar mis dudas, animarme en las caídas y aplaudir mis logros. Porque, al final, cada experiencia alineada con mi crecimiento y propósito es invaluable.
Dejar de pedir permiso es el acto más amoroso y valiente que puedo ofrecerme. Vivir sin pedir permiso es un regalo que todos merecemos darnos.
¿Y tú, a quién sigues pidiéndole permiso para vivir?
Tal vez, como yo, llevas años esperando una señal externa para avanzar. Tal vez te has preguntado mil veces qué pasaría si tan solo confiaras en ti. Este es tu recordatorio de que no necesitas aprobación para ser tú. No necesitas el “sí” de nadie más para explorar, equivocarte, crear, decidir, comenzar de nuevo.
Hoy te invito a hacer un pequeño gran acto de libertad:
Escribe una decisión que has postergado por miedo a no ser aprobada. Y luego pregúntate con honestidad:
¿Qué pasaría si me doy el permiso yo?
A veces basta con eso para empezar a mover el alma hacia su verdad.
Con cariño y rebeldía consciente,
Yazmin Vargas Leyva





Comentarios